Viajar sobre rieles
No hay nada
mejor para un amante de los viajes que recorrer parte del mundo desde la
ventanilla de un tren. El ritual de las estaciones, el desfile de paisajes, el
encuentro con otros pasajeros desconocidos, son algunos de los atractivos que
hacen de este medio un transporte ideal.
En muchos
lugares los trenes son la forma más cómoda, eficaz y segura de trasladarse.
Abordar un tren siempre resulta menos ceremonioso que tomar un avión: las
estaciones suelen estar en el interior de las ciudades, y solo hace falta
llegar unos minutos antes para ocupar el asiento. En materia de transportes
sobre rieles, si algo abunda es la variedad: trenes de lujo o populares,
turísticos o de alta velocidad.
Aunque tenga una
aparatosa y gigantesca apariencia, el tren puede internarse entre las montañas más
altas del mundo, desafiar ríos y mares, o unir países y continentes en una
misma travesía. El mejor ejemplo es el mítico Transiberiano o Rossiya (Rusia),
que en sus 9.297 km de recorrido, une ciudades tan distantes como Moscú y
Vladivostok, en la costa del Mar de Japón.
Hay un gran
placer en un viaje de 7 días a bordo de uno de los trenes de la ruta
Transiberiana, que llegan desde Moscú hasta Pekín, mientras se ve pasar en una
mágica sucesión a través de la ventanilla la inhóspita estepa siberiana, el
desierto de Gobi en Mongolia y la Gran Muralla China. Desde Pekín, se podrá
iniciar otro viaje hasta Lhasa, la capital del Tíbet, a bordo del Camino al
Cielo, un nuevo tren inaugurado en julio de 2006. Con toda justicia se lo llama
“El ferrocarril más alto del mundo”, porque en uno de sus tramos trepa hasta
los 5.072 metros de altura. El tren cuenta con máscaras de oxígeno debajo de
los asientos, y las ventanas tienen un filtro que evita el paso de los rayos
ultravioleta.
Si tenemos en
cuenta geografías lejanas no podemos dejar de lado el Flecha del Norte, que
sale de Estocolmo, la capital de Suecia, para llegar 21 horas más tarde a
Narvik, el punto más septentrional de Europa, donde en los meses de verano
reina el sol de medianoche. En el trayecto, se podrá fotografiar el cartel que
indica la entrada al Círculo Polar Ártico.
En Europa los
trenes tienen su reinado, allí ignoran fronteras y se desplazan de un país a
otro con naturalidad. Un viajero de ley no puede dejar pasar la oportunidad de
conocer el Eurostar, la moderna máquina que permite subirse en la Gare du Nord
de Paris para llegar en menos de tres horas a la estación Waterloo de Londres.
Quienes no cuenten con mucho tiempo disponible pueden elegir los trenes de alta
velocidad. El pionero Tren Bala japonés, TGV francés o el AVE español pueden
circular a 300 km por hora.
Los trenes de
lujo son una opción para aquellos que no tienen problemas de dinero. Entre
ellos, el preferido es el legendario Expreso de Oriente, inaugurado en 1883,
que en sus mejores épocas unía Paris con Estambul con un detalle de
sofisticación inusitado para ese entonces: el coche-cama. Hoy el Expreso sigue
circulando, aunque con menos glamour, en viaje nocturno desde Paris hasta Viena.
Para los amantes del lujo, sin embargo, existe el Venice Simplon Orient
Express, que recorre el trayecto entre Londres y Venecia en coches de las
décadas del 20 y del 30 que recrean el legendario expreso.
Otros trenes de
lujo a tener en cuenta son el Tren Azul, que une Ciudad de Cabo con Pretoria en
Sudáfrica y es considerado un hotel cinco estrellas sobre ruedas, y el Palacio
sobre Ruedas, en la India hace honor a su nombre mientras recorre las coloridas
tierras de los Maharajás.
No es necesario
ir tan lejos para disfrutar de un buen viaje sobre rieles. En la Argentina está
el Tren a las Nubes, pionero de los trenes de altura circulando por los
espectaculares paisajes de la puna salteña. En el otro extremo del país, cerca
de Ushuaia, el tren que lleva el sugestivo nombre de Tren del Fin del Mundo
revive los tiempos en los que se transportaba a los moradores del penal. Para
quienes lleguen a la zona de Esquel, pueden viajar en el Viejo Expreso Patagónico
o La Trochita, como lo llaman cariñosamente los lugareños, aun se desplaza
impulsado por una locomotora a vapor, sobre rieles apenas separados por 75 cm.
En lo que a
trenes se refiere los opciones son infinitas, por esa razón, quien quiera
viajar solo deberá seguir el recorrido de las vías hasta su próximo destino.
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