Las telas tienen su historia.
Debemos admitir que el
incontenible progreso trae muchas ventajas y deja atrás algunas sutilezas que
hacen al gusto y a la tradición del buen vestir. Por eso, cuando recorremos las
tiendas del mundo no debemos privarnos de ver, tocar y preguntar sobre la calidad
y el origen de las telas. Las prendas se lucen por su hechura, pero-sobre
todo-por la calidez de la fibra natural.
El clásico algodón o la
tradicional lana de cabra, el lino de Oriente, el organdí o el legendario
tweed, difícilmente puedan ser imitados por las fibras artificiales. La lana es
quizás la fibra más antigua usada para la confección de ropas. Su secreto, por
lo que ha perdurado como abrió ideal en zonas muy frías, es que tiene la
propiedad de “aislar” el cuerpo del exterior, manteniendo la temperatura
corporal. Lo que muchos no saben es que, cuanto más delgado es el pelo, mejor
es la lana. Las mejores lanas son las de cachemira y las de vicuña y alpaca. La
cachemira, una lana proveniente de cabras de Mongolia, es delicada, muy blanda
y liviana. No le va a la saga la alpaca. La más costosa es la llamada lana baby
alpaca, extraída de alpacas jóvenes, que tiene una textura especial. La fibra
es hueca y gracias a esto respira y mantiene la temperatura adecuada. Además,
no se ensucia fácilmente, porque tiene una fina capa de lanolina que la hace
impermeable.
Con la revolución industrial, la
lana empezó a ser reemplazada por el algodón, una fibra liviana y barata. Sin
embargo, la industria fue buscando nuevas formas de procesar la noble lana y a
finales del siglo XIX surgió su derivado más aristocrático: el tweed, que
alcanzo su apogeo en las diestras manos de Coco Chanel. La fibra sintética lo
desplazo durante los años 60, pero recupero su protagonismo en los 90. Trajes,
chaquetas, faldas, pantalones…Cualquier ropa puede ser confeccionada en
‘tweed’. Su éxito en el público femenino se extendió al mundo de los
complementos (bolsos, gorros y demás accesorios). Los hombres también cuentan a
este tejido como un aliado para ir a la última moda.
El lino es una fibra vegetal que
supieron desarrollar con maestría los antiguos egipcios. Su trama abierta y
liviana lo hace ideal para vestir en verano y si bien se arruga muy fácilmente,
esto es parte de su atractivo. El mejor lino es el procedente de Irlanda; pero
Londres también es una buena plaza para conseguir excelentes prendas que
recuerdan a ciertos personajes de Graham Greene. La camisa de lino es una
prenda sport que va muy bien con bermudas o zapatillas de esparto. Las más
clásicas son de color blanco ligeramente amarfilado, aunque también se
encuentran coloridas, rayadas o a cuadros.
Por su parte, el biso o byssus,
es una especie de lino de muy fina textura, que estuvo en uso desde la época de
las Cruzadas. Su nombre deriva del hebreo y significa tanto lino fino como
algodón. En realidad, se trata de un tipo de seda natural marina obtenida de un
filamento que segregan ciertos moluscos del Mediterráneo. Hoy es raro
encontrarlo, aunque su nombre suele aparecer en algunos mercados artesanales de
las costas europeas en telas de delicadas texturas que se le asemejan.
La seda, como es sabido, es una
fibra tejida por un gusano. Tan difícil de acceder como en sus orígenes, sus
prendas no solo otorgan distinción sino que son una verdadera caricia para el
cuerpo. Una caricia muy costosa por cierto.
También podemos admirar las telas
curiosas y poco frecuentes como la muselina, que no es una fibra sino un
tejido. Se trata de una tela fina y transparente que debe su nombre a la ciudad
de Musol (Irak), donde primero la elaboraban con fibra de seda y luego con
algodón procesado o lana viscosa. La muselina se usa generalmente para el
vestuario teatral y para la confección de trajes de las bailarinas de ballet,
aunque puede aparecer alguna prenda femenina en las casas de moda europeas.
Pariente de esta es el organdí, una muselina de algodón, ligera, tupida y muy
transparente, originaria al parecer de Turkmenistán.
Pero entre muchas texturas
originales podemos encontrar a las telas de Bali, cuyos coloridos, vivos y
únicos, no solo las distinguen por su diseño sino por su calidad incomparable,
que las mantiene tersas durante una larga vida.
Comentarios
Publicar un comentario