Bodas, ilusiones, ritos y rituales.
Las bodas
siempre están rodeadas de ilusiones y complejos ritos. En cada país estas
tradiciones asumen formas muy diferentes. Así, por ejemplo, en la Republica
Checa es habitual que, al finalizar la ceremonia religiosa, los amigos y la
familia del novio lleven a la novia a un lugar apartado. Sera tarea del
flamante marido buscarla por todos los pubs y restaurantes del pueblo. Cuando
la encuentre deberá pagar una ronda de tragos para todos.
En una boda
celebrada en Arabia Saudita, el festejo-que dura tres días- se realiza en dos
salones separados: uno para los hombres y otro para las mujeres. El novio puede
ingresar a la sala de las mujeres para que lo saluden, pero para la mujer está
prohibido compartir un espacio con hombres solteros o que no sean de su
familia.
En las bodas
coreanas, durante la cena, la familia y los novios se apartan para llevar a
cabo una ceremonia privada, denominada Ho Du. Luego, los familiares tiran
pequeños frutos, que simbolizan la fertilidad, sobre un mantel que sujetan los
novios.
En Beppu,
Fukuoka, Kioto, Nagasaki, Osaka, Tokio, Yokohama o cualquier otra ciudad de Japón,
cuando una pareja se casa se intercambian nueve objetos, llamados yui-no, con
el fin de garantizar la felicidad. Algunos de los objetos son: una falda
llamada hakama que simboliza la fidelidad; un ventilador, suehiro, que
representa la felicidad, ya que se cree que lleva el aire hacia un futuro más próspero.
Y el konbu, un alga marina, para la fertilidad.
Otro de los
lugares en donde persisten antiguas costumbres en las bodas es en Tailandia.
Aquí, el novio, junto con sus familiares y amigos, hace una procesión hasta la
casa de su futura esposa. Le obsequia joyas, dinero, oro y comida y, antes de
llegar a su casa, debe pasar una serie de puertas simbólicas-construidas con
cordones de oro y plata-que sostiene un grupo de niños.
A la hora de
contraer matrimonio, para algunos no hay nada que se interponga entre el deseo
y su concreción. Así se recuerda la primera boda espacial celebrada el 10 de
agosto de 2003. La ceremonia pudo realizarse gracias a un video satélite que se
colocó en el Centro Espacial Johnson, de la Nasa. La tecnología y el amor
permitieron que Ekaterina, desde la Tierra, y Malenchenko, que estaba orbitando
a 380 kilómetros, tuvieran su boda, con invitados y vestido blanco incluido.
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