Encontrando el equilibrio con el Feng shui.
Quien disfruta de la sabiduría
antigua, a donde llega, escucha lo que enseña la tradición. Así, se apropia del
axioma chino que afirma “primero es el destino y la suerte, después es el
esfuerzo, y en tercer lugar, el feng shui”
Como destino, suerte y esfuerzo
son valores muy arraigados en Occidente,
no se puede evitar detenerse en esas
palabras tan sonoras, que en estas costas
han dado pasto a las más curiosas interpretaciones y valoraciones. Pero
ya nadie puede abstraerse a estas influencias.
En aeropuertos y hoteles, y quizás
pronto en los mismos aviones, el feng shui sale al encuentro del viajero
alerta. Esta disciplina apela a dos vocablos: viento y agua, que son, al decir
de los expertos, los símbolos naturales que regulan la vida. En China, los
maestros para explicar que es la energía (chi) apelan a esta metáfora: cuando
el agua de un arroyo fluye plácidamente, límpida y a una temperatura agradable,
calma la sed y puede uno bañarse; si el agua se enfría demasiado, se congela, y
si se calienta en exceso se evapora. Según los maestros chinos, esto es lo que
ocurre con la energía universal chi: cuando fluye nutre, pero si se
desequilibra puede ser perjudicial.
Como casi toda cultura china, el
feng shui proviene del I Ching (libro, según Borges, “de la eterna escritura
indescifrable”) y busca encontrar o restablecer el equilibrio del hombre, tanto
con la naturaleza (el clima, la luz, los astros) como con su entorno mediato
(calles, edificios, ríos, montañas) y, desde ya, con su ambiente inmediato
(como su oficina, casa y últimamente hotel)
En los tiempos modernos, con
individuos menos vinculados con la naturaleza, el feng shui se ha constreñido,
básicamente, a su entorno personal. Sobre todo a la distribución y orden que
ocupan las cosas en los espacios habitados. Si estos espacios se alteran, el
fluir de la energía puede generar cambios en la salud y el bienestar físico, en
el ánimo, en las relaciones con otros y hasta en el desempeño laboral.
Aquí podemos transitar los
senderos del escepticismo; aunque quienes han viajado saben que tienen una alta
cuota de tensión. Sin embargo, podemos saber
que en el Lejano Oriente donde este arte ciencia se toma muy en serio,
que ningún empresario chino construye sus oficinas y residencias sin consultar
a algún experto en feng shui.
Esta disciplina también tiene en
los días presentes su influencia en Occidente, para un millonario proyecto
inmobiliario, el actual presidente norteamericano Donald J. Trump recurrió a
varios toques de feng shui. Situación similar se percibe en el arcaico edificio
neoyorquino de la Gulf and Western Building y en el China Trust Bank de
Flushing, Queens.
¿Pero dónde se reconoce la mano
de esta práctica oriental? En las formas, las disposiciones y los colores. Los
chinos adjudican características femeninas a las formas circulares y masculinas
a las rectangulares. Por tal razón en los hoteles de Oriente se pueden ver las
clásicas camas rectangulares conviviendo con espejos y mesas ovales. Respecto a
la disposición de los muebles, esta técnica sugiere que la cama debe mirar
hacia la puerta de entrada y nunca colocada en el medio de una habitación sino
contra una pared. Otro tanto sucede con los colores. El rojo imparte energía y
el azul es relajante, y los colores crudos o tierra proporcionan sensación de
seguridad. Pero al parecer, esta teoría del color, que puede ser verdadera, no
tiene mucho que ver con el auténtico feng shui. En China el rojo se usa en
celebraciones como bodas, año nuevo y cumpleaños; y el blanco, exclusivamente
en funerales. Con la teoría occidental entra en colisión.
Un experto de origen oriental a
quien podamos apelar, podrá decirnos que el feng shui estudia el entorno
incluyendo la colocación de muebles y sus colores, pero, advierte, hay
cuestiones que no son del ámbito del feng shui. Los objetos de decoración como
campanas, estatuas, Budas, dragones, tigres, bolas de cristal, flautas chinas,
bambúes, piedras y el material de los muebles no afectan al chi; por lo tanto
exceden las jurisdicciones del feng shui.
Occidente cree y lleva al extremo
el axioma “Dame una tradición y la hare moda”. En Blackpool, Reino Unido, un
hotel “Ha sido reformado y decorado según los principios clásicos del feng
shui”. Se llama Feng Shui Hotel. El argumento es repetido, entre otros, por
Corbin Hotel, de Freising, Alemania.
La proliferación de colores y
mobiliarios, y ciertos campanilleos misteriosos, a veces relajan y otras exasperan;
pero de ninguna manera se lo puede atribuir a esta técnica milenaria. Ahora
bien, si el paseante instalado en su habitación siente que su energía fluye
como agua clara, sabrá que está descansando en el mejor hotel del mundo y que
su chi está en perfecto equilibrio.
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