De cometas, barriletes y sonrisas del cielo.
Desde siempre el hombre ha
sentido fascinación por los objetos que habitan o surcan los cielos. Y fueron
los chinos-como ocurrió con tantas invenciones-los creadores de la primera máquina
voladora: el barrilete o cometa, que es además la primera materialización del
anhelo de desplazarse libremente, de viajar. Fue también chino el maestro que definió
poéticamente a estos encantadores objetos, al afirmar que “los barriletes son
las sonrisas del cielo”.
Junto con los globos, el
barrilete es el aparato volador más simple que existe y que, sin embargo, ha
contribuido en la elaboración de sofisticados inventos. Se llama barrilete al
objeto volador formado por una estructura plana o tridimensional construida con
un material muy liviano y recubierto por una vela. El conjunto se amarra a uno
o varios hilos y, al soltarlo, se mantiene en el aire por la acción del viento.
Por la cantidad de hilos, se clasifican en dos tipos: barrilete de un hilo o
estáticos (los que permanecen estables en el aire alrededor de una posición de
equilibrio) y barriletes deportivos, acrobáticos y de tracción, que son
aquellos que poseen más de un hilo (dos, tres y hasta cuatro) con los que se
controla el vuelo.
Hay varias leyendas sobre su
probable origen. Fue inspirado acaso por el vuelo errante del sombrero de bambú
de un campesino, arrancado por un fuerte viento; o por la vela de un navío que
abandono el mástil para subir al cielo. Otra historia asegura que nació con un
rudimentario cometa con forma de pájaro construido por el filósofo Mo Ti. Lo
cierto es que los chinos no solo le daban un uso lúdico al barrilete. También
lo utilizaban como elemento de meditación y como método de pesca. Al igual que
ocurriría más tarde en la Polinesia, los chinos ataban a un barrilete hecho con
hojas de plantas, un hilo distinto al que controlaba en vuelo, con anzuelo y
carnada. Lo hacían volar a una altura considerable desde la orilla o desde una
canoa para luego hacerlo descender hasta la superficie del agua, sumergiendo el
anzuelo. También hay crónicas de algunas aplicaciones militares del barrilete,
objeto capaz de hacer señales en el campo de batalla, entre otras maniobras. Rápidamente,
el barrilete se extendió por todo el sudeste asiático.
Ya cerca del siglo XVI, llego a
Europa por tres vías: las invasiones mongolas, las rutas comerciales por el
Cabo de Buena Esperanza y los contactos con el mundo árabe. A finales del siglo
XVIII, ya era un juguete muy popular en
todo el continente europeo; pero su potencial científico no fue utilizado hasta
el siglo XVIII. Un tormentoso día de junio de 1752, Benjamín Franklin descubrió
la naturaleza del rayo-y, en consecuencia, invento el pararrayos-a partir de un
juego con su cometa “eléctrica”: la elevo al cielo con una llave atada a la
cuerda y descubrió que se producían descargas eléctricas. En 1903, el pionero
de la aviación Samuel Franklin Cody voló su cometa de seda negra junto con una
canasta para albergar personas: el sistema fue rápidamente adoptado por la
Armada, y el ejército británicos.
Para salvatajes marítimos; para
elevar instrumentos y hacer observaciones meteorológicas; para realizar
fotografías aéreas; para fines militares y de comunicaciones. Los barriletes
tuvieron múltiples aplicaciones en la vida de los hombres, pero su principal
característica ha sido siempre la de bello objeto de entretenimiento.
En números países asiáticos-como
China-son muy populares los festivales y torneos de peleas de cometas, en los
que el objetivo del juego es derribar el barrilete del contrincante, ya sea
chocando o cortando el hilo. En Japón, este tipo de competición es muy
colorida: los barriletes están decorados con vistosos dibujos que representan
los atributos de una familia o los de algún barrio de una ciudad. En Occidente
prosperó mas como entretenimiento deportivo. Los barriletes acrobáticos hasta
conforman un deporte con federación y reglamento: los participantes realizan
figuras en el aire ante un jurado que les pone puntaje.
La navegación con tablas, como
los modernos kite surfing o fly surfing también fue creada a partir de esta
simple y antiquísima maquina voladora, inspiradora de geniales creaciones.
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