Aquellos lugares llamados museos.
El termino museo viene del
vocablo latín “museum”, que significa “el lugar dedicado a las musas”. Los
museos de hoy en día no están lejos de esta descripción mítica, que da cuenta
del paraíso habitado por las nueve doncellas nacidas de la unión de Zeus,
durante nueve noches con Mnemosine, la memoria. En el Renacimiento esa nueve
musas reciben nombre, según su protección o influencia sobre alguna actividad
espiritual o artística: Clío (historia), Euterpe (música), Talía (comedia), Melpómene(tragedia),
Terpsícore(poesía ligera y danza),Erato (lirica coral), Polimnia (pantomima),
Urania (astronomía) y Calíope(poesía épica).
Fueron las colecciones
particulares-formadas a partir de grandes fortunas privadas, en la Europa de
los siglos pasados-los pilares básicos de los grandes museos del mundo.
Aristócratas y monarcas no solo legaron sus colecciones de arte, sino también
algunos de sus castillos para convertirlos en museos, abiertos a la curiosidad.
Como el Museo Hermitage, una joya
de los zares en San Petersburgo, que tardó en construirse más de un siglo. O el
Louvre, en Paris, que funciona en un edificio del siglo XVII, y es museo desde
1793.
Pero la vastedad de disciplinas
culturales que exhiben los museos va más allá del arte. Su misión consiste, en
la adquisición, conservación, estudio y exposición de los objetos que mejor
ilustran las actividades del hombre, o que son culturalmente importantes, según
dicta la Real Academia Española.
También hay museos extravagantes
que muestran colecciones inefables, formadas a partir de insólitas búsquedas.
Como el Museo de Frutos Secos de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos, que
alberga un coco de 20 kilos. O el Museo Nagai, en Tokio, que despliega la
colección de medias más completa del mundo. Algunos rozan lo ridículo, como el
Museo Nacional de Garrapatas de Georgia, con su muestra de un millón de
ejemplares del indeseado insecto.
Se dice que la historia del museo
es la del coleccionismo continuado y hecho pública. Hoy la asistencia de
público a esos ámbitos de la memoria es masiva, a diferencia de otras épocas
cuando las galerías privadas sólo eran visitadas en ocasiones por
intelectuales, eruditos, científicos o simplemente, amigos de los propietarios.
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