Las flores y su amplio lenguaje.
Desde el 21
setiembre oficialmente comienza la primavera en el hemisferio sur, la época del
año en que es una delicia pasear por la avenida Figueroa Alcorta o detenerse a
beber con la mirada los colores de Plaza Francia. Buenos Aires es otra vez una
fiesta de púrpuras, azules y violáceos, gracias al florecimiento de jacarandás,
cuya madera aromática completa el hechizo.
Se dice que las
flores han sido usadas de manera terapéutica desde el comienzo de la historia,
ya que combinan dos atributos, colorido y fragancia, capaces de generar efectos
inmediatos en el estado de ánimo. El único sitio en el que no crecen son los
polos: en virtud de las leyes de adaptación de las especies, hasta en los
desiertos hay bellísimas flores. Su majestuosa hermosura conquisto todos los
medios, tanto acuáticos como terrestres.
Las flores son
una manifestación artística de la naturaleza. Aclaveladas, tubulares, de corola
papilionada o cruciforme, el diseño que nos deleite dependerá del destino donde
nos encontremos. Y cada nación se identifica con alguna flor que la representa.
La dalia es la flor de México, el tulipán la de Holanda. Y la guaria morada,
una orquídea, la de Costa Rica.
Inglaterra
prefiere lo clásico; su flor nacional es la rosa. Fue adoptada como emblema
durante el periodo de guerras civiles que sacudieron a los ingleses desde 1455.
Los dos focos del enfrentamiento-conocido con el nombre de “Guerra de las
Rosas”- eran la casa real de Lancaster (cuya insignia era una rosa roja) y la casa
real de York (la suya, una rosa blanca). El conflicto terminó en 1485 con la
derrota de los York. Luego, Enrique VII, el futuro rey, contrajo matrimonio con
Elizabeth de York y entonces las dos rosas se fundieron para formar la rosa de
Tudor, roja con centro blanco.
El cerezo es la
planta más celebrada de Japón. El sakura es la flor oficial y todos los años se
organiza un festival que dura varios días para festejar la apertura de las
flores, hecho que indica el inicio de la primavera. Para los japoneses,
representa la fugacidad de la vida; una vida efímera cuya belleza se extingue
en un suspiro, como la flor de la cactácea que veneraban los aztecas.
El ceibo es la
flor nacional argentina y uruguaya. Este noble árbol, que crece en los márgenes
de los ríos Paraná y Uruguay y fue elegido por Argentina en 1942, cuenta con
una leyenda transmitida de generación en generación por los aborígenes del Rio
de la Plata. Según los guaraníes, la reina Anahí dio la vida por su pueblo en
la lucha contra los conquistadores. Desplegando toda la rebeldía característica
de su raza, la reina guaraní mató a uno de los líderes españoles la noche en
que se desató la batalla, pero cuando estos lograron sosegar la fuerza india,
su reina fue condenada a la hoguera. Mientras las llamas la iban devorando no
dejaba de cantar con su increíble voz, y a medida que la vida abandonaba su
cuerpo, el árbol en que estaba atada, en vez de morir quemado se llenaba más y más
de unas flores rojas como la sangre.
Regalar flores
es una vieja costumbre. Los ramos suelen ser siempre bien recibidos, pero
conviene conocer previamente las claves ocultas del lenguaje de las flores para
saber qué elegir según la ocasión. Porque no es lo mismo regalar violetas que anémonas:
las primeras representan confianza ciega y las ultimas, abandono. Cada flor tiene
un significado propio y expresa un sentimiento diferente. La acacia amarilla
significa amor secreto, la flor de cuclillo, ingenio y un tulipán rojo es una
contundente declaración.
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